Hablé con varios asiduos y leales lectores de esta columna, y les manifestaba que por estos días iba a sacársela al “Huracán David” y a los “Embilletados”, de allí que, en la última entrega pedía a la sociedad chocoana ser más activa en la lucha contra la impunidad, que es más grave que la corrupción misma, por la falta de sanción jurídica y también social, por no existir escarmiento para el delincuente; les decía que iba a retomar temas más familiares, del barrio y de los vecinos de Quibdó de otros tiempos, tanto que este artículo tiene origen en una nota que recibí sobre el fallecimiento hace varias semanas del profesor chocoano y para más claridad quibdoseño, Manlio Gamboa Gamboa ocurrida en Cali, hecha por un discípulo a manera de despedida, en la que se leía el profundo dolor por la partida de este hacedor de juventudes y profesionales, nota que compartí con varios amigos, entre ellos Américo Murillo Londoño “Meco”, Daniel Suárez Vargas “Pocholo” y Manlio Gamboa su hijo, que además de Audrey la mayor, procreó con la cantaora y folclorista Madolia de Diego, de quien para que hablamos, si todos la recordamos, apreciamos y la admiramos; pues aún habita su hijo entre Cristo Rey y César Conto -Delimitación sanpachera-, en la esquina de la calle 29 con carrera 5a. en la heredada de su abuelo Patrocinio de Diego; y aunque tengo una imagen muy vaga del personaje, persisten en mis recuerdos de la niñez, por los años vividos a menos de 100 metros de donde en aquellos tiempos permanecía el docente fallecido, para mayor precisión, la casa de la tía Celmira (Carrera 5ª N.28-25), con “98 años y la tipa ahí, lucida, sonriente y va por más”. Pues precisamente, llegué allí en 1959 y como que lo veo pasar a visitar a su compadre Hernán Palacios cofundador con él y con Juvenal Chaverra de SIVA el Servicio de Inteligencia de la Vida Ajena, hijo de Doña Damiana, padrino de su hijo Manlio; o salir de la casa del “Cacha Alcides”, reconocido zapatero, mencionado en otros artículos y padre de Marlén, novia para el entonces de Cucalón Mena, entrañable amigo del Manco, como también le decían sus amigos y conocidos entre ellos al gran Jairo Marín Machado “Charini” ¡Imagínense ustedes!
Ha sido insistente la historia de la educación en el Chocó, que los mejores docentes del país eran en una época los maestros chocoanos, y salían o egresaban de la Escuela Normal Superior para Varones, y cuando alguien dice esta verdad de a puño, yo que soy normalista sin haber ejercido el magisterio, me hincho; eso me sucedió para estos días cuando leía unas palabras de Orlando Restrepo Jaramillo –discípulo del profesor Manlio en su estadía por Cartago–, despidiendo a su maestro: “Un Profesor es surtidor de conocimiento, sembrador de ideas y orientador de sus alumnos. Por eso el Profesor Manlio no se resistía a los encuentros de bachilleres en los cuales participaba como si fuera a dar una clase de Educación Física o de Anatomía y llamaba a lista por los nombres y los sobrenombres sin ánimo ofensivo. El, permitía la confianza y se le podía contar las cosas y su consejo era oportuno, practicaba la enseñanza continuada. Sacaba la cara por los estudiantes y era vocero ante las directivas de la institución de quienes lo solicitaran, si la razón los asistía…
Continúa su alumno contando que …” los últimos años del Profesor Gamboa los pasó en ese Cali de esplendor, donde disfrutó de sus antiguos paisanos y sus exalumnos –ya viejos amigos-; el, con su expresión verbal arrolladora, no se negaba a la amistad y a compartir bajo el diálogo, haciendo uso de su locuacidad y dotes de buen anfitrión, de lo que dan fe quienes enriquecen esta entrega póstuma con algunas de sus amenas anécdotas. Como aquella en que al haber ido a pasear a Tutunendo en una de sus alegres vacaciones con amigos y entre ellos su hijo Manlio, y al rato de entrar y salir de las refrescantes y dicen que saludables aguas del río Tutunendo, se percataron que el Profesor Manlio, había ingresado al agua con todas las personas del paseo excepto con su propio hijo, por lo que le preguntaron por las razones de este detalle y este, con el humor característico entre carcajadas les respondió: “No me crean tan pelota, o ustedes quieren que Manlio me ahogue y se quede con todo lo que he trabajado”.
Cuenta Manlio que su padre le refirió que, siendo este profesor de Wladimiro Garcés Machado en la escuela Jorge Valencia Lozano, que para la época quedaba en la carrera 5ª. con Calle 27 –hoy casa de los Copete Quinto-, el travieso estudiante se voló rumbo a Turbo en una de las lanchas que en la época hacían el tránsito por el Atrato hasta Cartagena, y esto llevó a Don Ramiro Garcés padre de “Wlacho” a hablar con el Profesor Manlio, o mejor decir, a contratar sus servicios -Cambambero también el- para que fuera tras el huido y traerlo de regreso a Quibdó, para lo cual, además de los viáticos, le entregó un rejo de vaca, muy usado en la época para amansar a las fieras –a mí me tocó–. En el recorrido Atrato aguas abajo, Manlio preguntó por su objetivo hasta localizarlo en El Guaje (Puerto de Turbo), donde al encontrarlo, desenfundó el rejo de vaca y le pegó la primera pisa, autorizado como está por el padre de aquel. Ya de regreso, en cada estación (Curvaradó, Vigía del Fuerte, Tagachí), contaba el viejo Manlio que le proporcionaba unos cuantos lamparazos hasta llegar a Quibdó y hacerle entrega de su hijo a Cecilia Machado.
No podría terminar esta nota sin acercar a los quibdoseños de hoy a este simpático y recordado personaje, y lo hago citando a “Pocholo”, Ember Mosquera, “Tente” el hijo mayor del “Mono” Díaz; quienes, según dan cuenta vecinos de Cali, frecuentaban al profesor Manlio en los últimos años; mencionar también a sus vecinos de “Tres brincos” tales como: Magüí, Miguel “Diabluras”, “la R” –mujer de Nicolás “Tronchado”, padres de Leyla, “Berengenito” y Chavela, ya que a Manlio padre, lo crió doña Sergia, a quien en alguna edición mencioné como fututa de esta parte de La Alameda, llegando a la 24 con 5ª., a su compadre Hernán Palacios -Integrante de SIVA–, a Cucalón Mena, quien pasa una cómoda vejez también por la ciudad de Cali, al gran “Charini”, y a sus condiscípulos de la normal, con quienes aparece en la foto que acompañamos.
PDTA No.1: Menos mal que Rufino Córdoba acepta que el Cordobismo tiene más de 20 años de estar al frente de la universidad y que van por más; que les faltó un poquito para que la acabaran. Allá los buenos, la multi estamentaria (Alianza de estudiantes, docentes, administrativos y sindicatos), si dejan que se la sigan saqueando. ¡Alma de Diego Luis baja y ve!
PDTA No.2: El Juez Primero Oral Administrativo Romaña Tello, es el mismo del enredo de la UTCH, de las acciones colectivas o de grupo de los pensionados del departamento, y el mismo de las ambientales a cargo de las cuales se embargaron más de $370.000 millones de pesos de los recursos de regalías de la Agencia Nacional Minera; la Secretaria de Transparencia de la Presidencia de la Republica anda tras de él. ¿Ese hombre que hará con tanto proceso encima y con tanta plata?
Atentamente,
Odín Sánchez Montes de Oca
Un comentario sobre ““El Tigre Manlio Gamboa, compañero de Madolia de Diego y papá de Manlio Gamboa de Diego””
Saludos. Se observa un conocimiento claro del «Quibdó de los recuerdos», como lo llamara el poeta Miguel A. Caicedo Mena. Se documentan muy bien hechos y personajes puestos en sus contextos. Qué bien dr. Odin, nuestra memoria se conecta con esa vida de armonía qué nunca volverá. Gracias…