Recién me refirió un amigo -de esos de los que quedan pocos para oír-, que iban a dejar de leerme, porque él tiene entre sus relacionados, un poco de amigos de lo ajeno, pero sobre todo, magistrados conocidos y fiscales o jueces amigos o parientes, a algunos de los cuales he señalado como causantes de la consecuente impunidad, y por supuesto que a nadie le gusta que le toquen a sus amigos, parientes o conocidos; y aunque, ya había tenido la misma advertencia o sugerencia de otro de más alta consideración y aprecio, un copartidario y amigo, analista político por demás, quien, mediante una misiva me insistió que para él, mi artículo de días pasados sobre lo dicho por el presidente Petro en uno de sus consejos de ministros, en el que responsabilizaba a estos de la poca inversión que se había ejecutado en el Chocó, podría dar lugar a que los progresistas del departamento no votaran con la parlamentaria Astrid, por atreverme a decir una verdad que hasta los Petristas más radicales en el Chocó vieron y aceptaron. Pero, cómo así que, por decir una verdad, en la que no tiene que ver la candidata, se le va a castigar, cuando, antes por el contrario, en su gestión lo que ha hecho es apoyar con su voto las reformas del presidente Petro, y por las que su militancia se ha manifestado de manera vehemente por distintos medios, o ¿es que, acaso los partidarios de acá son y piensan diferente?, o ¿es que van a creer el lapsus del señor presidente?
No faltaría más que no les agradeciera sus conceptos sobre lo que escribo, y en general, a todos los que hacen comentarios en pro y en contra de la columna, pues están en todo su derecho, porque quien opina tiene que aguantarse las críticas, así como de vez en cuando recibe los aplausos. Por supuesto que siempre habrán críticas groseras y salidas de tono, como también las hay en buenos términos y razonadas, que lo obligan a uno a reflexionar, recapacitar y si es del caso, rectificar lo dicho, so pena de incurrir en desviación de la verdad, calumniar y en extremo injuriar o levantar falsos testimonios, porque mi afán no es otro que tratar de orientar a los lectores en determinados temas, o contribuir en la lucha contra la corrupción y la impunidad, sensibilizando a través de mis publicaciones a una sociedad cada día más proclive a delinquir y a pretender que en el camino de construcción de sus respectivos proyectos de vida “Todo vale”.
No escribo por encargo de alguien, ni para satisfacer, ni para velársela a nadie, lo hago basado en mis valores y convicciones y aunque ustedes no lo crean compadritos -como en la canción de “Poncho” Cotes-, lo hago porque creo que se hace necesario contribuir en la solución de los problemas que afectan a la sociedad chocoana, y no podemos negar que la corrupción y la impunidad judicial están en los primeros lugares y son los que más daño nos han causado, junto al orden público, la inseguridad y el desempleo. Así que, aunque haya quienes se molesten por insistir desde esta columna con los temas que tan mala imagen nos han generado, lo peor que nos puede pasar es que nos ganen la batalla, porque esos personajes convertidos de la noche a la mañana en nuestros dirigentes -por demás “embilletados”-, sin haber heredado de nadie esas grandes fortunas, habiéndolas obtenido en el ejercicio de algún cargo en no más de 12 o 18 meses, durante los cuales han acumulado para mansiones millonarias, fincas en los alrededores, carros de alta gama y darse el mayor número de gozos y de placeres, utilizando para burlarse de la ciudadanía que lo está viendo todo, frases como: “No tengo dinero, pero sí mucho glamour”, consignas que encantan a nuestros jóvenes porque vienen de nuestro “Jet set”, y que terminan convertidos en los principales referentes para las nuevas generaciones, porque “si a estos no los castigan o los sancionan los que funcionalmente deben hacerlo -porque también les toca-, sigamos el mismo camino”.
Ni siquiera los intimida a unos y a otros la reciente y ejemplar condena en primera instancia impuesta contra el “Huracán” o el “Oh Rey David” a 92 meses de prisión efectiva y la multa de 4.444,88 salarios mínimos legales y los más de $17.000 millones de pesos por concepto de indemnización de perjuicios en favor de la Gobernación del Chocó, la que tendrá que cobrarse vía repetición contra el condenado, inclusive persiguiendo sus bienes, a ver si se recupera algo de los recursos esquilmados al pueblo chocoano; y no se amedrentan porque acá los fiscales imputan, pero no solicitan medidas de aseguramiento intramurales y si las solicitan, los jueces, o les conceden domiciliarias o absuelven en la etapa de juicio, y además, estos no se inmutan, porque por sus aberraciones, no hay nadie que los investigue, ni por sus acciones prevaricadoras y de enriquecimiento ilícito, porque de hacerlo, estoy seguro que más de uno no tendría cómo explicar las grandes fortunas que poseen. Por supuesto que no hay envidia, porque me encanta que los fulanos -más de uno conocido- mejoren sus condiciones de vida y escalen socialmente, pero con lo ajeno o lo del estado no, porque le están dando mal ejemplo a las nuevas generaciones y contribuyendo a la pobreza y mala imagen de nuestro pueblo, de allí que, a quienes me han sugerido cambiar de parecer o mirar para otro lado les agradezco, y hasta en algunos asuntos les haré caso, pero no en los de “Pacho Malo”, porque como así que nos los quieren elegir como vocero de los chocoanos: Ojo Edgardo con la arenga de este escrito, muy utilizada por cívicos y progresistas en las manifestaciones y por mí en la lucha contra la corrupción “Ni por el más, ni por el menos, ni por el Putas retrocedemos”.
PDTA. A propósito de la inscripción del comité pro revocatoria del mandato del señor alcalde de Quibdó, recuerdo el proceso similar en el caso del “Señor de los Platillos” Martín Sánchez, cuyo comité inició con el mayor de los ímpetus y terminó de una manera vergonzosa, cuando jueces y algunos miembros del comité se dejaron sobornar ¡Claro que aquí todo se sabe!
Atentamente,
Odín Sánchez Montes de Oca